Todos los seres humanos, por así decirlo, somos “Tierra”
ya que de la tierra fuimos tomados y allá volvemos al morir.
“pues polvo eres y al polvo volverás” Genesis 3:19
Pero cuando actuamos en obediencia al Padre y a su palabra,
nos convertimos en “buena tierra” donde la semilla de la Palabra al ser sembrada
crece y da buen fruto.
“Pase yo, te ruego, y vea aquella buena tierra que está más allá del Jordán,
aquel buen monte, y el Líbano”
Deuteronomio 3:25
Le rogaba Moisés a Elohim pasar y ver la buena tierra de Israel, la tierra prometida.
Ancestralmente, nuestra tierra es Israel pero por la desobediencia de nuestros padres
fuimos desterrados a todas las naciones del mundo.
Pero esto también ha tenido un buen propósito, pues en el plan perfecto de YHVH
serán atraídos a Él una multitud de gentes de todos colores, culturas y
lenguas.
Pero muchos suelen migrar buscando la “buena tierra”,
pues el ser humano nunca está contento con lo que tiene en donde vive
y siempre está buscando mejores "pastos".
Sin embargo, hemos nacido en una “buena tierra” no importando la nación
que el Padre haya escogido para nosotros, porque es "ahí" en nuestra tierra,
donde nacimos en donde debemos florecer y dar fruto.
Esa tierra donde nuestro Padre nos hizo nacer es el lugar perfecto para limpiar,
abonar y sembrar la semilla de vida eterna y en donde podemos
esperar la venida de nuestro Mesías.
Vendrán los tiempos en donde seremos llevados a la tierra prometida
y ¡será hermoso!
pero mientras tanto, debemos sembrar la semilla ahí en donde el Padre nos puso.
No fue casualidad, ni fue al azar que naciéramos en donde nacimos,
siempre ha sido voluntad de
nuestro Abba.
Si el nos puso en cierto lugar, fue con un propósito:
SER LUZ Y SAL
Cumplamos nuestro propósito:
Orando, predicando y dando buen testimonio ahí...
en el País que el Abba nos hizo nacer.
Shalom.