EL RELOJ PERDIDO
En alguna ocasión, un alumno se topó con un antiguo profesor mientras estaban
en la fila de una heladería en un centro comercial. Él, al verlo, lo saludo
cariñosamente:
¿Se acuerda usted de mí?
- Hola, que pena me da, pero no lo recuerdo.
-Yo fui su alumno, profe.
- ¡Oh! ¿Y a qué te dedicas?
- Pues, me convertí en profesor, igual que usted.
- ¿Cómo yo? Pues, me da mucho gusto.
- De hecho, me convertí en profesor porque usted me inspiró con su ejemplo.
- Y ¿Qué fue lo que te inspiró a ser profesor?
-Déjeme contarle: Un día, un amigo mío llegó con un hermoso reloj nuevo.
Yo lo vi y decidí que lo quería para mí, así que se lo robé. Después de un rato,
mi amigo se dio cuenta y lo reportó al profesor, que, en ese entonces, era usted.
Y lo que usted hizo, fue dirigirse primeramente a toda la clase para notificar
con sus ojos cerrados.
En ese momento, yo estaba esperando que me reprendiera, pero usted nunca
dijo nada y jamás mencionó algo acerca de aquel episodio.
Ese día usted salvó mi dignidad para siempre y eso me salvó de no convertirme
en ladrón. Y aunque usted jamás me reprendió, yo recibí
una lección moral ese día, el mensaje llegó a mi fuerte y claro. Y gracias a usted,
entendí que eso es lo que debe hacer un verdadero “educador”.
Ahora que le he contado: ¿Se acuerda usted de mí, profesor?
- Bueno, ahora ya recuerdo la situación sobre aquel reloj robado que busqué entre
todos mis alumnos… pero no te recordaba porque mientras yo lo buscaba,
también cerré mis ojos.
"Si para corregir,
necesitas humillar, es porque no sabes enseñar"
Y también quiero tocar el punto y dirigirme a mis hermanos de las raíces hebreas
de la fe… porque muchas veces cometemos el error de “dar el bibliazo”
en cada oportunidad que se presente, y en muchas ocasiones, es cierto que
será muy acertado, pero debemos tener presente que el amor debe estar siempre
por
encima de tener la razón.
como metal resonante, o címbalo retumbante. Y si tuviera el don de profecía,
Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y entregara mi
cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se
envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso,
no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará
de existir”
1 Corintios 13:1-7