El RELOJ PERDIDO

 Esta reflexión que les cuento a continuación es para meditar sobre
"la enseñanza”
Ya que, como hijos de Dios, todos estamos llamados a llevar el mensaje de la Torah.

 Sabemos que nuestro mejor ejemplo lo tenemos en Yeshúa, quien es el mejor 
Maestro que haya conocido esta tierra. El daba sus enseñanzas a través de:
parábolas, sanando, perdonando, restaurando vidas, visitando amigos y al 
final, dando su vida por nosotros.


EL RELOJ PERDIDO


En alguna ocasión, un alumno se topó con un antiguo profesor mientras estaban 

en la fila de una heladería en un centro comercial. Él, al verlo, lo saludo 

cariñosamente:


- ¿Profesor? ¡Que gusto verlo!
 ¿Se acuerda usted de mí?

- Hola, que pena me da, pero no lo recuerdo.

-Yo fui su alumno, profe.

- ¡Oh! ¿Y a qué te dedicas?

- Pues, me convertí en profesor, igual que usted.

- ¿Cómo yo? Pues, me da mucho gusto.

- De hecho, me convertí en profesor porque usted me inspiró con su ejemplo.

- Y ¿Qué fue lo que te inspiró a ser profesor?

-Déjeme contarle: Un día, un amigo mío llegó con un hermoso reloj nuevo. 
Yo lo vi y decidí que lo quería para mí, así que se lo robé. Después de un rato, 
mi amigo se dio cuenta y lo reportó al profesor, que, en ese entonces, era usted. 
Y lo que usted hizo, fue dirigirse primeramente a toda la clase para notificar
 el robo y pedirle al que lo tomó que por favor lo devolviera… 
No hubo respuesta, solo un silencio.
 Yo no quería devolverlo. 
Por lo que, después de esperar unos minutos, usted cerró la puerta 
y nos pidió a todos que cerráramos los 
ojos. Y nos dijo:
 “Voy a ir a cada lugar para revisar a cada uno de ustedes y a sus 
pertenencias hasta encontrar el reloj, pero es muy importante que permanezcan 
con sus ojos cerrados.
 Entonces, todos cerramos los ojos y usted pasó a cada lugar revisando
 a cada uno de nosotros… y cuando llegó conmigo, ¡usted encontró el reloj!, 
lo tomó, lo guardó en su bolsillo y siguió buscando hasta terminar de revisar 
a todos. Después dijo: “¡Abran todos sus ojos, ya tenemos el reloj!
 En ese momento, yo estaba esperando que me reprendiera, pero usted nunca 
dijo nada y jamás mencionó algo acerca de aquel episodio. 
Ese día usted salvó mi dignidad para siempre y eso me salvó de no convertirme 
en ladrón.  Y aunque usted jamás me reprendió, yo recibí 
una lección moral ese día, el mensaje llegó a mi fuerte y claro. Y gracias a usted,
 entendí que eso es lo que debe hacer un verdadero “educador”. 
Ahora que le he contado: ¿Se acuerda usted de mí, profesor?

- Bueno, ahora ya recuerdo la situación sobre aquel reloj robado que busqué entre
 todos mis alumnos… pero no te recordaba porque mientras yo lo buscaba,
 también cerré mis ojos.


Esta valiosa reflexión nos enseña que:

"Si para corregir, necesitas humillar, es porque no sabes enseñar"


Y también quiero tocar el punto y dirigirme a mis hermanos de las raíces hebreas

 de la fe… porque muchas veces cometemos el error de “dar el bibliazo” 

en cada oportunidad que se presente, y en muchas ocasiones, es cierto que

 será muy acertado, pero debemos tener presente que el amor debe estar siempre 

por encima de tener la razón.


“Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser
 como metal resonante, o címbalo retumbante.  Y si tuviera el don de profecía,
 y entendiera todos los misterios, y tuviera todo el conocimiento, y si tuviera
 toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor,
 nada soy. 
 Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y entregara mi
 cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
 El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se
 envanece;  no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso,
 no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. 
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará 
de existir” 
1 Corintios 13:1-7



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